En las últimas dos semanas arreciaron los ataques de las Farc en diferentes zonas del departamento vecino. Toribío, el municipio caucano más atacado en la historia, volvió a sumirse en el miedo y la zozobra; un muerto, un herido y más de mil desplazados fueron reportados. Pero las acciones bélicas se registraron también en otros poblados como Guapi, Inzá y Sucre, donde el accionar de la insurgencia dejó un policía muerto y dos militares y dos civiles heridos.
“Otra vez esto se nos jodió, estaba tranquilo porque desde hace rato no se oía así tan seguido y tan duro, porque hay veces como que uno se acostumbra al traqueteo (balaceras). Y aunque se hablaba desde hace días de que la guerrilla estaba cerca, pues todo iba normal hasta que, vea, ahora volvió a ser como hace más de un año”, manifestó Emilio Ortiz*, habitante de la cabecera municipal de Toribío, municipio enclavado en las montañas del nororiente caucano, y que por estos días ha sido blanco de hostigamientos de la subversión.
Así como Emilio, alrededor de 32.000 habitantes que habitan en el casco urbano del Municipio y en sus alrededores, llevan diez días sin poder dormir tranquilos. Desde el jueves 20 de marzo los enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército a cualquier hora del día alteraron las actividades agrícolas, comerciales y escolares en la jurisdicción.
Sin embargo, seis días antes, desde el viernes 14 de marzo, la comunidad del corregimiento de Tacueyó, al oriente de Toribío, ya había tenido que movilizarse puesto que a las 5:00 p.m. de ese día, en un enfrentamiento entre insurgentes y un grupo de soldados, que duró alrededor de los 15 minutos, murió una joven indígena civil, identificada como Liliana Quiguanas, de 25 años de edad.
De acuerdo con el alcalde de Toribío, Ezequiel Vitonás, desde esos días lo más preocupante, aparte del riesgo que corren las comunidades, son los desplazamientos a los que se ven obligados niños, adultos y ancianos, ya que “ en los ataques, el Ejército busca cubrirse en las viviendas o la guerrilla también hace lo mismo”.
Según el mandatario, a la fecha, de las 4.000 personas que habitan en la zona rural de Toribio, ya son más de 1.000 las que han tenido que desplazarse en un total de 7 veredas, y de predios de la zona. “Por los enfrentamientos en Tacueyó hubo concentraciones, allí en el caserío, en la vereda La Susana, en el sitio de asamblea y el miércoles fue en la vereda Chimicueto. Ya en Toribío, desde el viernes hay desplazamiento en la vereda La Bodega, La Mina, La Palma, Pueblo Viejo y Potrerito, trepando hacia el cerro Berlín”, puntualizó el mandatario.
Las balaceras son diarias
A cualquier hora del día se escuchan las ráfagas de fusil muy cerca de Toribío y de un lado a otro empiezan a correr buscando refugio quienes se encuentran en alguna tienda, esperando el transporte o movilizándose hacia algún lugar. En el parque central solo se aprecian las unidades policiales que responden a los hostigamientos cubriéndose bajo los muros y detrás de los árboles, mientras desde la parte alta la insurgencia dispara incesantemente.
El miércoles pasado se registró la jornada más complicada. Desde las 5:00 a.m. en la vereda La Palma, sector norte alto de Toribío, hubo enfrentamientos entre un grupo de guerrilleros y tropas de la Fuerza de Tarea Apolo. De acuerdo con el general Wilson Cabra Correa, comandante de la unidad militar, un guerrillero fue abatido y se decomisó material de intendencia.
Ya en la jornada de la mañana del 26 de marzo, en la cabecera municipal, un policía fue herido en una de sus piernas al ser alcanzado por un proyectil que un francotirador de la guerrilla disparó. Los enfrentamientos en los alrededores del pueblo continuaron por más de 8 horas.
“Esto es muy preocupante, ya todo está funcionado a media marcha, y así ya completamos 10 días. Los locales los abren tarde, y a no más el enfrentamiento, toca cerrar. A las 6:00 p.m. ya está todo cerrado, mientras que cuando no pasa nada, la gente abre a las 5:00 a.m. y cierran por ahí a las 10:00 p.m.”, señaló Ezequiel Vitonás.
Denunció, además, que las pérdidas para los indígenas y campesinos son incuantificables ya que los tatucos (morteros artesanales) “que han lanzado en los combates entre la guerrilla y el Ejército al explotar, aunque no han afectado a las personas civiles, sí han dañado muchos cultivos, y para un pobre que le dañen una o tres matas de plátano, pues está perdiendo su ingreso”.
Una semana sin clases en las escuelas
Ante las constantes confrontaciones que se han registrado en Toribío y sus alrededores, las clases en los colegios de la población fueron suspendidas desde el martes 25 de marzo. “Los niños son los más afectados; el mío tiene nueve años y ya le da miedo venir a la escuela, y pues si los profesores les han enseñado a que se protejan de un momento a otro cuando hay esos combates, pero uno en la casa no está tranquilo”, expreso Mauricio Dagua, cuando impacientemente esperaba cerca de una de los planteles del pueblo a su pequeño hijo.
“La gente dice que la guerrilla está por ahí cerca, entonces se suspendieron las clases en las escuelas de La Mina, La Palma, La Bodega, Potrerito, Chimicueto, La Susana; y en la cabecera, de la escuela y del colegio del pueblo. Niños afectados hay más de 2.000 solo en el área urbana y casi 3.000 en toda la región”, es el reporte del alcalde, quien se mostró muy intranquilo por lo que pueda suceder en estos días.
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Esta es la línea de mando del sexto frente de las Farc, estructura que delinque en el área del nororiente caucano
Y es que en los últimos 15 años han sido más de 400 los ataques de la guerrilla en el mencionado municipio, y el atentado con una ‘chiva bomba’ (sábado 9 de julio de 2011) ha sido el más despiadado. Cuando la comunidad se alistaba para una nueva jornada de mercado, el vehículo de transporte de pasajeros cargado con explosivos fue detonado en la calle que conectaba con la estación de Policía. Un total de 460 casas resultaron dañadas, 3 personas muertas y 103 heridos.
De acuerdo con Exequiel Vitonás, desde esos días, en el poblado no se vivía una situación tan complicada como la actual ya que todas las actividades públicas y privadas han sufrido interrupciones, y el miedo y la zozobra se han apoderado de la población.
Incluso, respecto a las consecuencias del atentado con la ‘chiva bomba’, el mandatario de Toribío hizo un llamado al gobierno nacional para que agilice las ayudas a 94 de las familias que perdieron sus viviendas ese día. “Hasta el momento no se ha asignado el recurso; eso está en el Ministerio de Vivienda y cada que voy me dicen que ya van a poner los recursos, pero no inician; ya son tres años y no ha sido posible que se les reparen las casas a las familias afectadas por la chiva bomba”, señaló. Los afectados están viviendo de arriendo o donde familiares.
¿Pero a qué se debe la oleada de atentados de la guerrilla?
Los ataques de la guerrilla en el Cauca, en las últimas semanas se han presentado en los cuatro puntos cardinales. Las poblaciones blanco de sus hostigamientos, atentados e instalación de carros bomba, recientemente han sido Inzá, en el oriente; Guapí, en el occidente; Sucre, hacia el sur; y Corinto, junto a Toribío, en el norte.
Para el general Wilson Cabra Correa, comandante de la Fuerza de Tarea Apolo del Ejército, con injerencia en el sur del Valle y norte del Cauca, las recientes acciones de las Farc, especialmente del sexto frente, en el caso particular de su área de operaciones, se debe a que la insurgencia está conmemorando el sexto aniversario de la muerte de Pedro Antonio Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo, fundador de mencionado grupo guerrillero. El veterano insurgente murió en las montañas de Colombia el 26 de marzo de 2008, al parecer, de un infarto.
“Lo que está sucediendo es que estos terroristas están conmemorando la muerte de alias Tirofijo, por eso es que han estado tratando de hacer atentados contra la población civil y contra las tropas. Pero algo que se ha demostrado: es que no han podido hacer nada. […] Ellos quieren es hacer un boom nacional”, indicó Cabra Correa.
Dijo, además, que el pasado viernes 21 de marzo en Toribío, “nosotros fuimos los que iniciamos el combate en una operación especial que hicimos allá, y dimos de baja en la mañana a una bandida, y le recuperamos un fusil. Luego dispararon las milicias en el casco urbano; eran aproximadamente 6 bandidos alrededor del pueblo, y de ahí utilizamos los francotiradores. Y sabemos por inteligencia técnica que neutralizamos dos bandidos más y no pudimos recuperar los cuerpos”.
Según el alto oficial, los insurgentes que han protagonizado los hostigamientos en Toribío actúan bajo el mando de alias ‘Calixto’, máximo cabecilla del sexto frente, con el que se mueven alrededor de 20 hombres. Igualmente en la zona que baja hacia Jámbalo, Silvia, Inzá y Páez, tiene influencia el guerrillero alias ‘Duver Chiquito’, cabecilla de la cuarta cuadrilla de la segunda compañía de mencionado frente.
Luego de que el 4 de noviembre de 2011, en la denominada Operación Odiseo, fuera abatido en Chirriadero, Cauca, el entonces jefe máximo de la guerrilla Alfonso Cano, a la Policía se le encargó la tarea de desencriptar la información de los computadores de mencionado líder de las Farc.
Un año y medio después se conoció un gran número de correos cruzados entre los jefes de las guerrilla, entre los que se logró restablecer una comunicación en 2013 en la cual se resalta que la guerrilla tiene como un objetivo central contrarrestar el impacto que les puede dejar el Plan Espada de Honor, adelantado por el Ejército.
En esa línea de ideas, se menciona que se debe conformar un grupo de francotiradores para asegurar los operativos en el suroccidente e incrementar los ataques con cilindros y bombas en Santander de Quilichao y otros municipios del norte del Cauca.
Igualmente, entre los planes descubiertos por las unidades de inteligencia se encontró que la orden era que cada unidad guerrillera debería instalar 10 campos minados “para detonar al enemigo”. También se habla de la adquisición de 40.000 proyectiles para fusil Punto 762, construir cohetes antiaéreos y granadas y crear microestructuras del Partido Comunista Clandestino.
Pero los planes para el Bloque Occidente de las Farc no quedaron ahí. De acuerdo con información conocida por este medio, en otro de los correos electrónicos hallados, con fecha 3 de enero de 2012, se establecieron sinnúmero de órdenes de la cúpula guerrillera.
Se ordenó financiar un taller de artillería y explosivos de la columna móvil Jacobo Arenas, y “recuperar la zona Pacífica con organización de masas y garantizando seguridad a quienes pagan el impuesto”.
Igualmente, se les pidió a las estructuras que en el desarrollo de sus estrategias deben combinar acciones de francotiradores, morteros y no olvidar la instalación de campos minados, y la realización de actividad político-militar en Popayán, capital del Cauca.
En el área de inteligencia insurgente se ordenó realizar “contactos con familiares y amigos de soldados en el Ejército” y “desarrollar contrainteligencia” para evitar la infiltración. Y respecto a las finanzas del grupo guerrillero en ésta zona del país, se pidió a los frentes ubicados en Nariño cumplir con una cuota de $3.000 millones para la organización armada.
Asimismo, se establecieron criterios para el cobro de impuestos de alucinógenos: “Kilo de base comprado en el área, cobrar entre $120.000 y $150.000; kilo de cristal procesado en el área, cobrar entre $100.000 y $150.000; el cruce de base, entre $50.000 y $80.000, más $20.000 para inversión social”.
*Nombre cambiado a petición del entrevistado