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Con el inicio de una nueva ronda de conversaciones entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC, los afectados por la guerra estarán en el centro de los diálogos, incluso asistirán a Cuba. Sin embargo, hay muchas preguntas alrededor del tema.
Se inicia una nueva ronda de conversaciones en la Habana entre las delegaciones del gobierno nacional y la guerrilla de las FARC para abordar uno de los puntos más complejos de este proceso, la verdad y la reparación de las víctimas.
El tema ha sido debatido incesantemente en el país a través de diversos foros regionales sin que se haya llegado a un consenso sobre quiénes son los que deben asistir a La Habana para representar a los millones de afectados no sólo por el accionar militar de este grupo subversivo, sino por otros agentes que han hecho parte de la confrontación armada, entre ellos los grupos paramilitares y el mismo Estado.
Desde cuando se dio la “declaración de principios”, el pasado 14 de junio, en el que el gobierno nacional y las FARC se pusieron de acuerdo sobre el reconocimiento de responsabilidades frente a las víctimas, la aceptación de que deben ser satisfechos sus derechos y su participación directa en los diálogos, se abrió una fuerte discusión en el país sobre el concepto de víctima y si a la Habana deben ir solo las afectadas por esa organización insurgente, las de otros grupos y si dentro de ellas debe haber presencia de militares y policías.
Para el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana, Julio Sampedro, uno de los temas más complejos de este proceso de paz es determinar quiénes son las víctimas “porque, como se está viendo, tiene unas connotaciones que no se creía que existieran. Yo personalmente diría que para definir esto hay que echar mano de documentos internacionales, pero con pinzas porque un proceso de paz como el colombiano no se ha dado en el mundo entero”.
Desde su perspectiva académica, Sampedro asegura que “el concepto más amplio de víctima se refiere a quien ha sufrido un daño como consecuencia de una acción o un ataque voluntario de otra persona, en términos éticos un acto de barbarie”, y citando al filósofo español Manuel Reyes Mate, afirma que “la primera condición de las víctimas es su inocencia”.
Sobre la importancia de la presencia de las víctimas en La Habana, el académico resalta su trascendencia y afirma que “un proceso de paz que no pase por voluntad y los derechos de las victimas fracasa”.
Por su parte Martha Nubia Bello, Investigadora del Centro Nacional de Memoria Histórica y coordinadora del Informe ¡Basta Ya!, se apega a la Ley de Víctimas (Ley 1448 de 2011) para definir que las víctimas son todas aquellas “personas a quienes se les han vulnerado sus derechos humanos en el marco del conflicto armado interno, incluidas las personas afectadas por acción u omisiones de la Fuerza Pública”.
Sobre la representación en La Habana, Bello sugiere que es muy importante que estén todas las víctimas civiles y de todos los actores armados, y con criterios claros: “que haya un criterio de grupo poblacional donde se incluyan representantes de los afro, los indígenas, los campesinos; un criterio de género; y uno que tenga en cuenta las 14 modalidades de violencia reconocidas por la Ley. No debe tener un criterio de número, porque si fuera por eso la mayoría serían representantes de los desplazados, tienen que haber alguien por cada una de las modalidades, pues por insignificantes que puedan parecer numéricamente son crímenes de lesa humanidad”.
Las víctimas directas también tienen su voz, como por ejemplo el soldado profesional Leonardo Perilla Ávila, secuestrado durante la toma de la base de Girasoles, en la zona de La Macarena, Meta, perpetrada el 8 de enero de 1991 por una facción de las FARC. Este hombre, quien asistió al foro nacional de víctimas realizado hace algunos días en Cali, espera de la guerrilla “honestidad y no se crean víctimas, ellos son victimarios”.
A su vez Luis Mendieta, general (r) de la Policía Nacional y quien estuvo secuestrado por casi 12 años, espera de las FARC que cuenten toda la verdad sobre sus acciones bélicas, en particular “que digan la verdad respecto de todos los secuestrados, que estos momentos se encuentran desaparecidos”.
El indígena arhuaco Félix Torres asegura que “ya es momento que se hable con honestidad y claridad, si no hay voluntad y no hay honestidad, es muy difícil que se dé este proceso de paz”.
Y justamente para evitar que fracase este nuevo intento de alcanzar un acuerdo con la guerrilla de las FARC, el campesino Álvaro Manzano García, miembro de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, le pidió a las partes “que no se paren de la mesa hasta que no haya acuerdos”.
Van pues las víctimas a La Habana. Se espera en próximos días la llegada de una delegación a la sede de los diálogos, que en octubre próximo cumplen dos años desde cuando se anunció su apertura en Oslo, Noruega, y con su arribo las conversaciones entre el gobierno y la guerrilla de las FARC llegan a uno de los puntos más sensibles, no obstante, unos y otros han reconocido que esa visita “es una medida necesaria para la construcción de los acuerdos y les otorgamos la mayor trascendencia a estas audiencias. De ahí que sea fundamental, no sólo oír sus testimonios y propuestas, sino abrir espacios de diálogo y reflexión”.
“Un proceso de paz que no pase por voluntad y los derechos de las victimas fracasa”: Julio Andrés Sampedro
En entrevista con VerdadAbierta.com, Sampedro reconoce que uno de los temas más complejos de estas conversaciones que buscan ponerle fin a 50 años de guerra, es determinar quiénes son víctimas en este país y apela a su experiencia académica para aportar una definición que ayude a centrar el debate que ha suscitado el asunto en el país. Presentamos a continuación, apartes de la conversación sostenida con el especialista en ciencias jurídicas.
Verdad Abierta (VA): ¿Según el Derecho quién puede considerarse una víctima?
Julio Sampedro (JS): Uno de los temas más complejos de este proceso de paz es determinar quiénes son las víctimas porque, como se está viendo, tiene unas connotaciones que no se creía que existieran. Yo personalmente diría que para definir esto hay que echar mano de documentos internacionales, pero con pinzas porque un proceso de paz como el colombiano no se ha dado en el mundo entero.
Uno podría decir que el concepto más amplio de víctima se refiere a quien ha sufrido un daño como consecuencia de una acción o un ataque voluntario de otra persona, en términos éticos un acto de barbarie. Yo comparto tesis del filósofo español Manuel Reyes Mate de que primera condición de las víctimas es su inocencia.
Eso supone que el terrorista que muere o que “sufre” un daño como consecuencia de una acción terrorista no es víctima en términos éticos.
VA: ¿En ningún caso un miembro de un grupo armado ilegal se puede considerar víctima?
JS: Yo creo que en algunos casos sí; por ejemplo, si una de estas personas es privada de libertad y es objeto de tortura es víctima o cuando un menor de edad es reclutado. Pero cuando por ejemplo un guerrillero muere por un atentado, así no haya participado, no es víctima. No se puede hacer una simetría.
Esta discusión se dio hace unos años en el País Vasco con ETA, luego de que un par de miembros de ETA murieran poniendo una bomba en un carro en San Sebastián y el obispo hizo una misa en homenaje. Reyes Mate recalcó en ese momento que frente a la barbarie la primera condición para ser víctima es la inocencia.
VA: ¿Los miembros de la Fuerza Pública pueden ser víctimas?
JS: Hacer una simetría entre el terrorismo y la fuerza legitima del Estado es un grave peligro. El Ejército tiene una legitimidad legal y constitucional de defensa de la población, sin desconocer que se han presentado excesos del Ejército en el conflicto.
Pero basta con ver a los militares que cayeron en minas antipersonal, esto es un drama que ha acabado con familias enteras, porque no solo pierde la capacidad de trabajar, sino la afectación psicológica es tan grande que se afecta sus funciones como padre, como esposo. Yo creo que estas personas y sus familias tienen que ser considerados víctimas. Igual que los militares que mueren en defensa del Estado.
VA: ¿Qué piensa de la discusión que se está dando en torno a la representación de las víctimas en los diálogos de La Habana?
JS: Creo que el debate que se está dando puede ayudar a trazar una línea desde el comportamiento ético para definir el concepto de víctima. Pero también existe el peligro de que se radicalicen las posiciones, como ocurrió en el caso de España en el que gran parte de las víctimas se derechizaron y pasaron a respaldar un partido político. Aquí podemos caer en lo mismo, sin importar si son pensamientos políticos de derecha o izquierda, cualquier tendencia política tiende a desfigurar el escenario de las víctimas.
Lo que sucede es que el discurso de los derechos de las víctimas vende políticamente y gran parte pasa por el congreso, un espacio ideologizado. Y es un grave peligro de que se den unas confrontaciones políticas renovadas partiendo desde las víctimas, harían falta organizaciones de víctimas más fuertes y sin ningún tipo de filiación política.
VA: ¿Cuál es la importancia de la participación de las víctimas en los diálogos de La Habana?
JS: Un proceso de paz que no pase por voluntad y los derechos de las victimas fracasa. Lo primero es ver hasta qué punto las FARC están dispuestas a reconocer a sus víctimas y de dejar de victimizarse, equiparándose con las víctimas de los paramilitares.
Yo estoy convencido de que hubo un gran error en el tema, que pase por las víctimas no significa llevar a las víctimas de las FARC a la Habana. Primero porque físicamente es muy difícil y genera los debates que está generando y segundo cuando me refiero a que el acuerdo debe tener en cuenta a las víctimas, significa que debe haber un profundo reconocimiento a sus derechos y eso en Colombia no existe.
Por ejemplo, acá salen políticos, expresidentes y académicos a hablar del respeto a las víctimas, pero resulta que legalmente tenemos un cartapacio de derechos en los que esto no sucede, por ejemplo, en el Código de Procedimiento Penal no se contemplan sanciones al funcionario público que no cumpla con los derechos que tienen las víctimas en un proceso, por ejemplo, penal.
Esta visita de las víctimas a la Habana puede llegar a ser un distractor si no se maneja bien, porque se pueden llevar y escuchar a la gente, pero lo importante es que se lleguen a compromisos concretos.
VA: ¿Cómo debe ser entonces la participación de las víctimas?
JS: Pues ya se decidió que van a ir, pero también deben estar presentes en la discusión sobre el marco jurídico y la labor pedagógica que el gobierno haga. Lo importante es que se aseguren de que en el acuerdo haya una posición fuerte, pero real y efectiva con las víctimas. Por ejemplo, que existan propuestas en blanco y negro sobre cómo el gobierno y sobretodo las FARC van a reparar pueblos que han sido victimizados por más de 40 años.
VA: ¿Qué opina de la conformación de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas que acordaron las partes?
JS: Me parece que eso que es una metodología para llevar a un objetivo, el problema es que si lo están tomando como objetivo va a ser un fracaso. Si el objetivo en sí es esa reunión, los derechos de las víctimas van a quedar pendiente y esos derechos a la postre van a pasar factura. Lo primero que tiene que hacer las dos partes es un inventario de los hechos más graves cometidos por FARC, por ejemplo el secuestro que ha sido un drama terrible, y que haya un reconocimiento explícito de las FARC. Luego de eso se tiene que llegar acuerdos concretos sobre la reparación.
VA: ¿El Derecho Internacional Humanitario establece unos parámetros para que las víctimas accedan a la verdad?
JS: No, parámetros fijos internacionales no hay, lo que si dice es que las víctimas tienen derecho a saber la verdad. La sociedad es la que debe decidir qué tanta verdad quiere, porque hay veces que tanta verdad y memoria puede ser perjudicial.
Para mí es muy importante el escenario de una Comisión de Verdad, pero un escenario fundamental es el judicial, porque a una Comisión se pueden esclarecer verdades generales, pero en los espacios judiciales es que llegan los casos de las víctimas concretas.
VA: ¿Usted cree entonces que los estrados judiciales si deben ser un escenario para construir verdad?
JS: Las víctimas son de carne y hueso, cada una tiene su drama. Es imposible que el Estado tome el caso uno a uno del 100 por ciento de las víctimas, pero tiene que darle el espacio judicial para que si quieren acudan allá. Por ejemplo, si a una persona la guerrilla le mató el papá, no basta que hagan un informe sobre las acciones de la guerrilla en su pueblo, muchos quieren saber qué pasó con su familiar, dónde y quién lo mató. Para lograr eso tiene que haber un compromiso institucional y de los victimarios de ir a contar. Esto no puede ser un acuerdo para dejar las armas y pagarles algo a las víctimas, tiene que haber un arrepentimiento y un compromiso.
Hay un peligro en eso de que todos los colombianos somos víctimas, que es cierto, pero también es cierto que no todos los colombianos somos las mismas víctimas.
VA: ¿Según la legislación internacional, debe haber unos estándares de justicia?
JS: Eso puede variar mucho, pero lo que sí es claro que no puede haber reconciliación sin justicia. Una Comisión de verdad no alcanza a hacer justicia, es un tema que la desborda. No me refiero a que el Estado se comprometa paternalistamente a hacer justicia en cada caso, pero sí a que dé los instrumentos necesarios para que se haga justicia.
Debe haber un sistema judicial en el que las víctimas puedan satisfacer sus derechos. Pensando en escenarios de posconflicto que pueden durar muchos años, como en el caso de Argentina, o las víctimas del Palacio de Justicia. Uno de los grandes compromisos de este proceso, y que no está, debería ser un fortalecimiento del aparato de administración de justicia que tenga un reconocimiento por parte de las FARC. Tiene que ser muy efectivo, y no se trata de hacer múltiples indagatorias a los guerrilleros como sucede en Justicia y Paz, sino que la víctima tenga la posibilidad de ir a la Fiscalía a indagar y que la Fiscalía responda.
“La Habana es el escenario para que unos y otros reconozcan que han victimizado a la población civil”: Martha Nubia Bello
En entrevista con VerdadAbierta.com, esta investigadora del Centro Nacional de Memoria Histórica y coordinadora del Informe ¡Basta Ya!, que dio cuenta de la dimensión de las afectaciones del conflicto armado en Colombia, hizo varias reflexiones acerca del tema de la participación de las víctimas en los diálogos que adelanta en Cuba el gobierno nacional con la guerrilla de las FARC para buscarle una salida a un conflicto armado que lleva ya 50 años.
Precisiones sobre quiénes son las víctimas en el país, qué rol deben cumplir en el desarrollo de las conversaciones en La Habana y cuál es el tratamiento que debe dársele a la los miembros de la Fuerza Pública son algunos de los temas abordados por Bello en su conversación con VerdadAbierta.com, de la cual presentamos los siguientes apartes.
Verdad Abierta (VA): ¿Quién son víctimas? ¿Hay casos en que los combatientes pueden ser considerados víctimas?
Martha Nubia Bello (MNB): Desde la perspectiva jurídica hay una definición en la Ley de Víctimas (Ley 1448 de 2011), que dice que son las personas a quienes se les han vulnerado sus derechos humanos en el marco del conflicto armado interno, incluidas las personas afectadas por acción u omisiones de la Fuerza Pública. Un miembro de las Fuerzas Militares (FFMM) es víctimas cuando la acción violatoria transcurre cuando no está prestando servicio, por ejemplo, cuando está de vacaciones, en ese caso es una víctima.
VA: ¿Cuánto está prestando servicios un miembro de la Fuerza Pública no puede considerarse víctima?
MNB: No, desde el punto de vista jurídico a ellos los ampara otro tipo de acciones de protección y atención. Si se mira desde un punto de vista más subjetivo y se habla con un policía que fue afectado en una incursión armada y que sufrió amputaciones, obviamente la vivencia de él y su familia es la de una víctima.
Pero los miembros de las FFMM tienen su propio estatuto de protección, un sistema de sanidad, de pensión y de indemnización que los civiles no tienen. Tiene un sistema institucional de protección que permite que el Estado responda frente a una situación que además es previsible, pues un actor armado legal o ilegal al estar armado y ser combatiente está expuesto cotidianamente a un ataque de este tipo.
Son situaciones complejas, porque ellos pueden tener la experiencia de ser víctimas, como ocurre en otros casos, por ejemplo, con las víctimas de narcotráfico que formalmente no son consideradas como víctimas porque el narcotráfico no hace parte de las dinámicas del conflicto armado interno según la ley.
VA: ¿En algún caso los miembros de grupos armados ilegales pueden considerarse víctimas?
MNB: No, pero sus familiares sí, por ejemplo, si han sido afectados personalmente. Se presentan muchos casos en Colombia de familiares de guerrilleros que son perseguidos y han tenido que salir exiliados, en ese caso la acción la sufre directamente el familiar.
También puede pensarse en el caso del reclutamiento, son víctimas según la ley quienes se desmovilicen siendo menores de edad. El reclutamiento es complejo porque se reconocen dos condiciones: en tanto menor de edad es un sujeto especial de protección al que le vulneraron sus derechos, pero una vez en el grupo armado terminan siendo victimarios. Que se le reconozca su condición de víctima no implica que se les exima de su responsabilidad como victimario, sobre todo si se desmoviliza siendo mayor de edad.
VA: ¿Qué opina de que miembros del Ejército estén buscando participación en los diálogos de La Habana?
MNB: A mí me parece improcedente. Claro que subjetivamente tienen todo el derecho de sentirse victimizados, pero creo que ese no es el escenario, para mí La Habana es el escenario para que unos y otros reconozcan que han victimizado a la población civil, eso tienen que reconocerlo, pedir perdón asumir responsabilidad. En otros escenarios es importante que los miembros de las FFMM reivindiquen también a sus víctimas y hagan públicos sus daños.
Lo mismo para los grupos ilegales, me parece improcedente que las FARC reclamen que los guerrilleros que están presos tengan una voz en La Habana.
VA: ¿Cuáles deben ser los criterios para elegir a las víctimas que vayan a La Habana?
MNB: Es muy importante que estén todas las víctimas civiles, que haya víctimas de todos los actores armados; que haya un criterio de grupo poblacional donde se incluyan representantes de los afro, los indígenas, los campesinos; un criterio de género; y uno que tenga en cuenta las 14 modalidades de violencia reconocidas por la Ley. No debe tener un criterio numérico, porque si fuera por eso la mayoría serían representantes de los desplazados. Tiene que haber alguien por cada una de las modalidades, pues por insignificantes que puedan parecer numéricamente son crímenes de lesa humanidad.
Si no están todos representados se va a sentir como algo arbitrario y siempre va a ver una sensación de exclusión, de por qué nosotros sí y por qué nosotros no.
VA: ¿Qué importancia tiene que las víctimas participen en el proceso previo a llegar a un acuerdo?
MNB: Las víctimas tiene sus derechos reconocidos nacional e internacionalmente y esos derechos no se negocian en La Habana, ya lo han dicho los negociadores. El papel de las víctimas apunta a dos cosas: que lo actores armado asuman la responsabilidad política de sus actos y la otra que se les reconozca y se les visibilice.
Yo creo que si algo he escuchado y he aprendido es que las victimas exigen reconocimiento y esa exigencia tiene que ver con la historia de ese país, con la invisibilización y estigmatización que han sufrido. En parte porque los mismos gobiernos se encargaron de visibilizar a unas víctimas más que a otras y eso ha creado una fractura y sensación de injusticia entre las mismas víctimas. Por ejemplo, ese es uno de los reclamos de los familiares de las víctimas de desaparición forzada que siempre han tenido esa sensación frente a las víctimas de secuestro, que siempre han tenido mayor visibilidad.
Creo que eso es parte de lo que se está expresando ahora, no es que la víctimas se encarguen de dividirse entre ellas, creo que es el pésimo manejo que en este país se le ha reconocer unos crímenes y callado otros. Este es un momento simbólico que las víctimas, en el buen sentido de la palabra, quieren aprovechar para ese lograr ese reconocimiento.
VA: ¿Cuáles son los peligros de pensar en las víctimas de acuerdo a quién fue su victimario?
MNB: Me parece complicado, lo que la sociedad colombiana tiene que aprender es a repudiar los hechos, a condenarlos radicalmente, condenar la muerte y no permitir ningún tipo de justificación de ningún grupo armado. Esa es una lección que tenemos que aprender del pasado para que los hechos no se repitan.
Desde mi experiencia, puedo decir que hay muchas victima que no saben quién fue el victimario, que no tienen claridad del contexto sociopolítico en el que acontece esta guerra, solo vive su tragedia. Pienso que hay una manipulación política de las reivindicaciones de las víctimas, me atrevería a decir que ni siquiera son las víctimas, sino intereses políticos que manipulan estos debates y eso me parece aún más perverso porque es quitarles a las víctimas este protagonismo, es volverle a quitarle la voz.
Sin generalizar, puedo decir que muchas de las víctimas que he escuchado solo quieren saber la verdad, hay unas necesidades urgentísimas que de verdad, cosas como saber dónde están los restos de un familiar. Además de que los victimarios lo reconozcan y quiten cualquier velo de justificación sobre lo que hicieron, eso no necesariamente se refiere a justicia punitiva. En eso están más las organizaciones de Derechos Humanos, la justicia internacional, diciendo cuántos años son de cárcel o si pueden los guerrilleros hacer política, es un debate fundamental, pero la mayoría de las víctimas en la regiones no están metidas en eso.
Ellas que han puesto el cuerpo y la sangre están hastiadas de la guerra, de lo que he podido hablar con ellas, es que el proceso se resuelva pronto.
VA: ¿Se puede decir que hay diferentes tipos de verdad a las que las víctimas tienen derecho?
MNB: Sí, hay verdades urgentísimas, verdades en rojo que son más de carácter humanitario, como las relacionadas con la desaparición forzada y las fosas comunes. Son cientos de familias que tienen una herida profunda que aún está sangrando, sin eso no se puede dar un paso hacia adelante, la gente tiene que saber si su familiar está vivo o muerto, algunos ya saben que está muerto, pero necesitan saber dónde está el cuerpo o si lo saben que se haga una exhumación urgente. Esta es una cuestión que pueden ayudar los actores armados y en algunos casos ya lo han hecho.
Hay otra verdad más local, a todos los lugares donde fuimos como Centro Nacional de Memoria Histórica la gente nos hablaba de complicidades de miembros de la Fuerza Pública, comerciantes, etc. Las víctimas esperan que esa verdad se devele porque hace parte de la justicia, y ahí son importantes los procesos judiciales, el papel de la Fiscalía y el testimonio de los victimarios. En el escenario local muy poco se ha reconocido y nadie ha asumido responsabilidad por ese tipo de complicidad.
También hay verdades más políticas. No se puede pensar un proceso de negociación donde el victimario diga que todo lo hizo bien o donde haya arrepentimientos cínicos. Los guerrilleros deben reconocer que cometieron crímenes de lesa humanidad y las FFMM militares, en los casos que lo hicieron, también.
Con el informe ¡Basta Ya! Hemos encontrado que un actor busca responsabilizar al otro para exculparse y eso no puede pasar, tienen que admitir que hicieron mal las cosas.
VA: ¿En qué escenarios se deben presentar estas verdades?
MNB: Se supone que en este proceso de negociación los guerrilleros tienen que pasar por un mecanismo de contribución a la verdad para poder hacer concesiones de justicia, pero no se tiene claro cuál va a ser ese mecanismo, así como en el caso de los paramilitares fueron las versiones de Justicia y Paz. Pero ese mecanismo aún está en discusión porque se requiere que las FARC puedan contribuir con una verdad estructural.
VA: ¿qué opina de la conformación de la Comisión Histórica del Conflicto?
MBA: Surge de un reclamo de las FARC, de la necesidad de replantear cuál es la fecha de origen del conflicto y eso tiene sentido porque una fecha incluye, excluye y determina responsabilidades. Los relatores van explicitar consensos y disensos, es decir se está partiendo del hecho que va a ser difícil llegar a un consenso. Lo que se busca en este momento es reconocer que no hay un acuerdo en una fecha y es importante porque esas diferentes perspectivas van a contribuir a ampliar las comprensiones del conflicto. Para mí es un buen mecanismo que puede ampliar la comprensión d lo que aquí ha ocurrido.